Me cuesta creer que este álbum no sólo se encuentra (misteriosamente) entre los menos valorados del señor Ríos, sino que, además, ¡no se ha editado más que una sola vez! Sin embargo, se trata de uno de los momentos más feroces, frenéticos y con más GROOVE de la historia de la vanguardia jazzística, toda una demostración de fuerza y garra. Grabado en 1974, tenemos en Sizzle una espectacular formación, que incluye a Dave Holland y a Ted Dunbar, con la peculiaridad añadida de contar con dos baterías y un cello.
La base del sonido es un funk abrasivo, intrincado y potente, compuesto por: dos baterías, ambas tremendamente expansivas, omnipresentes y a la vez compenetradas, a cargo de Barry Altschul y Warren Smith, este último encargado también de sutiles y no tan sutiles apariciones de vibráfono para ensalzar los detalles y enriquecer el color del conjunto; Dunbar a la guitarra, principalmente rítmica, aunque bien dada a los licks y los subidones cortantes; y por último, el bajo de Dave Holland, en su faceta más groovera y agresiva, quien también se desliza hacia los contrastados sonidos del cello sobre toda la mezcla.
Todo esto por sí solo haría un memorable disco de free jazz funkero, pero por encima tenemos nada más y nada menos que a Sam Rivers esparciendo su inconfundible talento sobre el lecho mencionado, sin un segundo de tregua. En cuatro temas lo tenemos a cuatro instrumentos, a saber, flauta (Dawn), saxo soprano (Flare), piano (Flame) y saxo tenor (Scud), desprendiendo gran dominio y personalidad a todos ellos, con grooves únicos, retorcedura extrema, chirridos, pitidos, mordeduras, pero sin perder un ápice de swing ni de complejidad armónica... una ferocidad controlada única en su especie que deja a uno boca arriba en el suelo, convulsionando y babeando durante los 40 minutos de disco.
Como digo el disco solo se editó una vez, en dos tiradas de vinilo, y aún puede encontrarse de segunda mano a precios asequibles. Aquí lo dejo para bajar.
PONER A TODA HOSTIA.
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