lunes, 1 de septiembre de 2014

Bootlegs: Santana, Tanglewood Lenox, 1970

(Primera entrada de lo que será una selección de grandes bootlegs de la historia de la música moderna).

Aunque el asombroso material en directo de los jóvenes Santana no escasea precisamente, hay veces que X o Y bolo fueron tan súmamente buenos que merece la pena molestarse en escuchar otra bootleg más. Este directo de 1970 está muy bien documentado, pues se trata nada menos que de una presentación en vivo propiciada por Bill Graham que fue grabada completamente en vídeo. La grabación entera está disponible en youtube.

                   



El setlist es el habitual de esos años, echándose quizá en falta la maravillosa versión de Fried Neckbones. Por lo demás cubre todo lo necesario del insuperable primer trío de discos de los de San Francisco, sumando en total doce o trece temas de pura energía, felicidad y verdadera salud musical. 

No creo que haya mucho que explicar a estas alturas sobre las virtudes del sonido de la banda, su asimilación del blues y sus implementaciones jazzísticas y latineras. Me limitaré a comentar simplemente que la ejecución es magistral en todo momento, incluso por encima de otros cientos de ejemplos de esos años que corroboran el enorme talento de la banda. El jovencísimo Michael Shrieve demuestra su increíble y precoz maestría a los parches con total fluidez y naturalidad, siendo el solo de Soul Sacrifice, únicamente a caja y un timbal, un despliegue casi difícil de creer, y el clímax del disco en ese aspecto. El resto de la percusión no queda atrás, reafirmándose los magníficos timbales y congas como la gran seña de identidad de la banda. Las interpretaciones de Toussaint L'Overture y Savor/Jingo son, directamente, dos de los mejores momentos que la percusión ha dado en la historia entera del rock.

La línea melódica mete buena tralla igualmente. La actuación de Gregg Rolie al hammond es frenética y emocionante y, como siempre, muy compenetrada con el contexto profundamente rítmico. Pero también toma la iniciativa e implanta la pesadez, el blues y el funkeo cuando corresponde. Sencillamente impecable. Como es habitual, la banda entera hace que Carlos. aun dando el nombre y el liderazgo, quede como una fuerza menor en el conjunto, aunque no por ello menos expresiva y potente. Con su archiconocido estilo de punteo y acentuación completa composiciones propias y ajenas con una personalidad única. A caballo tenemos el potentísimo y carismático groove de David Brown, incesante en su trabajo cohesivo y director. Capaz de arrancar y vivificar la euforia latente en los cuerpos como ninguna droga estimulante lo logra.

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